«Precisamente para que no se me suban los humos a la cabeza, tengo una espina clavada en mi carne: se trata de un agente de Satanás que me da de bofetadas para que no me ensoberbezca. Tres veces he pedido al Señor que me libre de esto y otras tantas me ha dicho: «Te basta mi gracia, porque mi fuerza se realiza plenamente en lo débil». Con gusto, pues, presumiré de mis flaquezas, para sentir dentro de mí la fuerza de Cristo». 2 Corintios 12: 7-9, LPH
AUNQUE EL SEÑOR NO HA PROMETIDO evitarle a su pueblo las tribulaciones, le prometió algo mucho mejor. Le dijo: «iQue dure tu fuerza tanto como tus días!» «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (Deut. 33: 25; 2 Cor. 12: 9, NBD). Si somos llamados a entrar en el horno de fuego por amor a Cristo, él estará a nuestro lado, así como estuvo con los tres fieles hebreos en Babilonia. Los que aman a su Redentor se alegrarán grandemente por toda oportunidad de compartir con él la humillación y el oprobio. El amor que sienten hacia su Señor dulcifica el sufrimiento por su causa—El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, p. 53.
En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. Él no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora a esté velado para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz, que dice: «No temas porque yo estoy contigo». Yo soy «el que vive. Estuve muerto, pero vivo por los siglos de los siglos» (Isa 41: 10; Apoc. I: 18). He soportado tus tristezas, exprimentado tus luchas, y hecho frente a tus tentaciones. Conozco tus lágrimas; yo también he llorado. He padecido angustias demasiado profundas para ser susurradas a ningún oído humano. No pienses que estás solo y desamparado. Aunque en la tierra tu dolor no toque cuerda sensible en ningún corazón, mírame a mí, y vive. — El Deseado de todas las gentes, cap. 52, pp 455456.