“Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y
bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura” (Gén. 25:34).
Esaú era un hombre robusto, amante de la naturaleza, que seguía sus pasiones.
Cuando olió el guiso de su hermano, deseó las lentejas de inmediato, aunque es
poco probable que se estuviese muriendo de hambre. Al dejarse llevar por sus
emociones y sentimientos, permitió que la presión del momento dominara su
razonamiento, y cambió su primogenitura por una gratificación instantánea.
Cuando quiso recuperar su derecho a la primogenitura, y “aunque l[o] procuró
con lágrimas” (Heb. 12:17), no lo recibió.
En contraste, tenemos el ejemplo de Jesús. Después de un ayuno de cuarenta
días y al borde de la inanición, Jesús fue tentado tres veces por Satanás
(Mat. 4:3-10). Pero Jesús vio que eran tentaciones, e incluso en su condición
debilitada no cedió a la gratificación. Al contrario, se negó a los placeres del
pecado y la gratificación durante toda su vida y, al hacerlo, mostró que también
podríamos tener poder sobre el pecado. No intercambió ni perdió su derecho a
la primogenitura y nos invita a todos a ser coherederos con él (Rom. 8:17; Tito
3:7). Nosotros conservamos nuestro derecho a la primogenitura al seguir el
ejemplo que Jesús nos dio al ser tentado (1 Cor. 10:13).
Lo mejor que este mundo puede ofrecernos es experimentar el aquí y el
ahora, porque no puede ofrecernos una experiencia en el más allá. Vivir para
nosotros mismos es lo opuesto a vivir para Dios. ¿Qué enseñan los siguientes versículos sobre los peligros potenciales de la gratificación instantánea, incluso para las personas fieles? 2 Sam. 11:2-4; Gén. 3:6; Fil. 3:19; 1 Juan 2:16; Rom. 8:8. __________________________________________________________________
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El deseo de gratificación instantánea es sintomático de una mente descontrolada;
es un enemigo de la paciencia que socava los objetivos a largo plazo,
se burla de la responsabilidad y atenta contra ella. Demorar la gratificación
es un principio que se aprende; es una habilidad de la vida que nos ayuda a
manejar las situaciones y las presiones, especialmente las tentaciones que el
mundo nos ofrece, como pedir préstamos en forma imprudente. No obstante,
esta idea no es popular en un mundo construido sobre la indulgencia de la
recompensa instantánea, las soluciones rápidas y las artimañas para volverse
ricos rápidamente. Una vez que hemos experimentado la gratificación instantánea,
es más probable que volvamos a elegir la recompensa a corto plazo y,
luego una y otra vez. Como mayordomos de los dones que Dios nos ha dado
no debemos caer en esa trampa.
Lección de Escuela Sabática Para Adultos 2018. 1er trimestre 2018 “MAYORDOMÍA: LAS MOTIVACIONES DEL CORAZÓN” Lección 11: «LAS DEUDAS: UNA DECISIÓN DIARIA»