«Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios». Marcos 10: 27
LA PALABRA «IMPOSIBLE» CONSTITUYE UN RECONOCIMIENTO a nuestra incapacidad de ver más allá de las circunstancias. En cambio, Jesús dijo que lo imposible para los hombres es posible para Dios. De modo que nuestra visión y percepción de las cosas cambia cuando las vemos a la luz de la gracia divina. Así pues, ante el asombro de los discípulos por la curación de un epiléptico, Jesús afirmó que nada es imposible (Mateo 17:20). Aquí hallamos la primera condición para conseguir el cambio en nuestra vida, el recurso fundamental para hacer posible lo imposible: la fe. Una fe que cree y obra.
En el Antiguo Testamento hay varios relatos donde los hijos de Dios enfrentan situaciones que parecían imposibles de resolver. El profeta Eliseo fue abordado por los reyes de Judá, Israel y Edom. Ellos habían salido a hacer la guerra contra los moabitas, pero repentinamente se quedaron sin agua. La respuesta de Eliseo muestra cómo la fe puede cambiar la perspectiva de los acontecimientos: «Abran zanjas por todo este valle, pues aunque no vean viento ni lluvia —dice el Señor—, este valle se llenará de agua, de modo que podrán beber ustedes y todos sus animales» (2 Reyes 3: 16-17, NVI).
Ellos hicieron lo que Eliseo les dijo, y Dios cumplió su palabra. Al día siguiente, a la hora del sacrificio de la mañana, sin viento y sin indicio alguno de que llovería, el valle en el desierto se llenó de agua mientras el sol brillaba sobre ellos. Los moabitas vieron el agua como si fuera sangre, y supusieron que Israel sería una presa fácil. Salieron entonces a atacarlos, y perdieron la batalla. Israel obtuvo la victoria porque Dios hace posible aquello que parece imposible.
La clave para lograr lo imposible está en reconocer nuestra incapacidad. Precisamente, es nuestra gran necesidad lo que abre las puertas para que Dios pueda actuar. Ante las crisis extremas, cuando ya hemos agotado todas nuestras posibilidades, Dios entra en acción para lograr lo imposible.
No hay enemigo tan fuerte que el Dios de los ejércitos no pueda derrotar. No hay problema tan difícil que él no pueda solucionar. Él puede alterar el peor pronóstico. Aunque todo luce en nuestra contra, él puede hacer lo inimaginable. Él es el Dios de lo imposible y, si decidimos caminar a su lado, hoy no habrá obstáculo que no podamos superar.