Jesús es la figura central en toda la Biblia (Juan 5:39), y necesitamos vernos
a nosotros mismos en relación con él. Él pagó el castigo por el pecado y dio
“su vida en rescate por muchos” (Mar. 10:45). Jesús tiene toda autoridad en
el cielo y en la tierra (Mat. 28:18), y todas las cosas están en sus manos (Juan
13:3). Su nombre es más sublime que todos los demás y, un día, toda rodilla se
inclinará ante él (Fil. 2:9-11).
“Jesús es el centro viviente de todas las cosas” (Ev 140).
Cristo es el corazón de nuestra mayordomía y la fuente de nuestro poder.
Gracias a él, tenemos una vida digna de ser vivida, y demostramos ante todos
que él es el eje central de nuestra vida. Pablo pudo haber experimentado muchas
pruebas pero, sin importar dónde estuviera o lo que le sucediera, tenía
una prioridad en su vida: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”
(Fil. 1:21). Lee Colosenses 1:16 al 18; Romanos 8:21; y 2 Corintios 5:17. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de cuán importante es Jesús en todo aquello que se relaciona con nosotros? _____________________________________________________________
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No existe una mayordomía auténtica sin que Cristo sea nuestro núcleo
principal (Gál. 2:20). Él es el centro de “la esperanza bienaventurada” (Tito
2:13), y “él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col.
1:17). Así como el eje es el centro de la rueda y, por lo tanto, lleva el peso de un
carro, Cristo es el centro de la vida del mayordomo. Así como un eje sólido
proporciona estabilidad, y permite que las ruedas giren, Jesús es también el
centro fijo y estable de nuestra existencia cristiana (Heb. 13:8). Su influencia
debe afectar todo lo que pensamos y hacemos. Todos los aspectos de la mayordomía
giran alrededor de Cristo y encuentran su centro en él.
“Porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). El centro de la
mayordomía no es un hueco vacío, sino la realidad del Cristo vivo, que obra en
nosotros para moldear nuestros caracteres ahora y para la eternidad.
Una cosa es decir que Jesús es el centro de nuestra vida, y otra cosa es vivirlo. ¿De qué manera puedes estar seguro de que Jesús verdaderamente vive en ti, como promete que lo hará si tan solo le permitimos entrar?