«Eliseo le dijo: «¿Qué puedo yo hacer por ti? Dime qué tienes en tu casa». Ella respondió: «Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una vasija de aceite»». 2 Reyes 4: 2
UNAS GOTAS DE ACEITE ERA TODO lo que se necesitaba para que Dios obrara un milagro. Eliseo ordenó a la mujer buscar todas las vasijas vacías que tuvieran sus vecinos. Cuando la mujer cerró la puerta, su casa estaba llena de vasijas vacías. De inmediato, la viuda comenzó a llenarlas de aceite. A medida que se iban llenando, sus hijos traían algunas más. Cuando se acabaron las vasijas, también el aceite se agotó. El aceite cesó debido a la falta de vasijas, no porque la provisión milagrosa se hubiera agotado. El poder de Dios no tiene límites, pues sus recursos son ilimitados. Mientras haya personas dispuestas a ser usadas por Dios, su poder se manifestará. La provisión de Dios fue tan grande como la fe y la disposición de la mujer a obedecer. No limitemos las bendiciones de Dios por falta de fe. Dios puede darnos mucho más abundantemente de lo que pedimos o imaginamos (Efesios 3: 20-21).
Dios solo necesita un poco de fe para que su poder se manifieste. Cinco panes y dos peces no eran suficientes para alimentar a cinco mil personas (Juan 6: 1-15); pero cuando el Dios de lo imposible actuó, incluso sobraron doce cestas de comida. El poder del cielo se manifiesta en lo poco que tenemos. Él es el Dios de la abundancia.
El libro de los Jueces menciona que con 300 hombres valientes armados con trompetas, cántaros y antorchas, Gedeón derrotó a 300 madianitas.
Cuando buscamos a Dios, él nos oye y actúa. Necesitamos apartarnos del bullicio diario, buscarlo de todo corazón y clamar delante de su presencia. Dios puede realizar un milagro en nuestra vida. Él es el Dios de la abundancia.