«El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento. Ypuesto que él se entregó en sacrificio por el pecado por medio de él tendrán éxito los planes del Señor». Isaías 53: IO, DHH
EL PLAN DE NUESTRA REDENCIÓN no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una revelación «del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos» (Rom. 16: 25). Fue una manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no hizo que el pecado existiera, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo, que se comprometió a dar a su Hijo unigénito «para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).— El Deseado de todas las gentes, cap. 1, PP. 13-14.Finalmente se comprenderá que Aquel cuya sabiduría es infinita no habría podido idear otro plan para salvarnos que el del sacrificio de su Hijo. La compensación de este sacrificio es la dicha de poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales. El resultado de la lucha del Salvador contra las potestades de las tinieblas es la dicha de los redimidos, la cual contribuirá a la gloria de Dios por toda la eternidad. Tal es el valor del alma, que el Padre está satisfecho con el precio pagado; y Cristo mismo, al considerar los resultados de su gran sacrificio, no lo está menos.— El conflicto de los siglos, cap. 41, p. 633.
«Dios los rescató a ustedes […] con la sangre preciosa de Cristo, quien es como un cordero Perfectoy sin mancha. Cristofue destinado antes de que el mundo fuera creado, pero se dio a conocer en los últimos tiempos para beneficio de ustedes». I Pedro l: 18-20, PDT