PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Es muy fácil olvidar que cada respiración, cada latido del corazón, cada
momento de nuestra existencia solo provienen del Señor. En Hechos 17, Pablo
habla con los atenienses acerca del Dios verdadero, que no solo es el Creador
(el “Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay” [Hech. 17:24]), sino
también el Sustentador (“Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”
[Hech. 17:28]). Los atenienses no sabían nada del Dios verdadero. Nosotros
como cristianos, sí; y esta realidad debe ser la base de nuestro estilo de vida.
Dios es muy exigente con nosotros y, como resultado, tenemos que vivir de
acuerdo con esas exigencias:
“Así también sucede con las exigencias de Dios hacia nosotros. Pone sus
tesoros en las manos de los hombres, pero requiere que una décima parte sea
puesta fielmente a un lado para su obra. Requiere que esta porción sea entregada
a su tesorería. Ha de serle devuelta como propiedad suya; es sagrada y
debe emplearse para fines sagrados, para el sostén de los que han de proclamar
el mensaje de salvación en todas partes del mundo. Se reserva esta porción
a fin de que siempre afluyan recursos a su tesorería y se pueda comunicar la
luz de la verdad a los que están cerca y a los que están lejos. Obedeciendo fielmente
este requerimiento, reconocemos que todo lo que tenemos pertenece
a Dios” (TI 6:386). PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. “El tiempo pasa rápidamente hacia la eternidad. No retengamos de Dios
lo que le pertenece. No le rehusemos lo que, aun cuando no puede ser ofrecido
con mérito, no puede ser negado sin ruina. Él nos pide todo el corazón; démoslo;
es suyo, tanto por derecho de creación como de redención. Nos pide nuestra
inteligencia; démosla, es suya” (HAp 452).
¿Qué quiere decir Elena de White con estas palabras: “No retengamos de
Dios lo que le pertenece. No le rehusemos lo que, aun cuando no puede ser
ofrecido con mérito, no puede ser negado sin ruina”? ¿De qué nos privamos
cuando no diezmamos?
2. Reflexiona en la idea de que todos los miembros de la iglesia hagan con
el diezmo lo que quieran; es decir, enviarlo a alguna causa que consideren
loable, en contraposición con el “depósito”. ¿Por qué es tan mala esta idea? ¿Qué
pasaría con nuestra iglesia? ¿Por qué actuar de ese modo ayudaría a provocar
una terrible fractura entre nosotros?
3. En Lucas 21, Jesús encomió a la viuda por dar su dinero al Templo a
pesar de toda la corrupción que él sabía que había allí. ¿Qué debería decirles
eso a quienes creen que pueden desviar su diezmo porque tienen dudas sobre
cómo es utilizado?