«Nunca más te llamarán «La ciudad abandonada» ni «la tierra desolada». Tu nuevo nombre será «la ciudad del deleite de Dios»y «La esposa de Dios», porque el Señor se deleita en ti y te reclamará como su esposa». Isaías 62: 4, NTV
SI SOMOS FIELES Y OBEDIENTES, Dios se sentirá feliz por nosotros, y nos podrá bendecir como su pueblo escogido y peculiar.— Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 611, adaptado.El Señor se ha unido con su pueblo por medio de un pacto, prometiendo ser él su Dios, y el pueblo a su vez comprometiéndose a mantenerse unido a él y únicamente a él.Dios dice: «Te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia» (Ose. 2: 19). Y también: «Yo soy su esposo» (Jer. 3: 14, NVI). Y el apóstol Pablo emplea la misma figura en el Nuevo Testamento cuando dice: «Los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura» (2 Cor. 11: 2, NVI).— El conflicto de los siglos, cap. 22, pp. 378-379. «Como unjoven que se casa con una muchacha, así el que te reconstruye se casará contigo.Como un novio que se complace con su esposa, así Dios disfrutará contigo». Isaías 62: 5, PDT«Esposos, amen a sus esposas así como tambiénCristo amó a la iglesiay se entregó a sí mismoPor ella». Efesios 5: 25, RVA15