«Cuando fijaba los límites al mar para que las aguas no transgredieran su mandato, cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo. Yo era su delicia cada día y me recreaba delante de él en todo tiempo». Proverbios 8: 29-30
EL SOBERANO DEL UNIVERSO no estaba solo en su benéfica obra. Tuvo un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. «En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Este estaba en el principio con Dios» (Juan 1: 1-2). Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y planes divinos. «Se llamará su nombre «Admirable consejero», «Dios fuerte», «Padre eterno», «Príncipe de paz»». «Sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad» (Isa. 9: 6; Miq. 5: 2). Y el Hijo de Dios, hablando de sí mismo, declara: «Jehová me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve la primacía […] cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo. Yo era su delicia cada día y me recreaba delante de él en todo tiempo» (Prov. 8: 22-23, 29-30).— Patriarcas y profetas, cap. 1, p. 12.
«Nadie puede ver a Dios, pero Cisto es Dios enforma visible. Él eriste desde antes de la creacióny es supremo Señor de toda ella. Con su poder creó todo lo que hay en el cieloy en la tierra, lo que se vey lo que no se ve,
Todo ha sido creado por él y para él. Cristo existió antes que todas las cosas, y todo el universo sigue su curso gracias a él». Colosenses l: 15-17, PDT