«Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó». Jueces 15: 19
SANSÓN acababa de matar a mil filisteos con una quijada de asno. Después de esa victoria compuso un verso en el que atribuyó toda la gloria a su fuerza y no al Dios de su fuerza. Dios siempre está deseoso de darnos victorias, pero sabe que muchas veces los fracasos son más didácticos que las victorias para llevarnos a depender más de él.
Sansón olvidó al Señor de su fuerza e inmediatamente comenzó a sentir las consecuencias de su apartamiento de Dios. La sed implacable lo atormentó y lo llevo casi a la muerte.
Dios nos quiere enseñar una lección extraordinaria hoy. Un día Sansón, lleno del Espíritu de Dios, fue capaz de matar por sí solo a mil filisteos. Instantes más tarde, ese mismo Sansón, sin Dios, estaba a punto de morir víctima de las circunstancias.
Nuestra victoria de hoy no es garantía de que mañana seremos victoriosos: Si hoy estamos con Cristo, seremos victoriosos, pero mañana continuaremos siendo victoriosos solo si continuamos con Cristo.
En medio de su desesperación, Sansón clamó a Dios. «Entonces abrió Dios la cuenca que hay en Lehi, y salió de allí agua. Sansón bebió, recobró su espíritu y se reanimó».
Un día los soldados hirieron a Jesús en el Calvario y de esa herida brotó agua y sangre. Hoy puedes correr ados pies de la cruz y beber, recuperar el aliento y revivir. ¿No es maravilloso?
Si hoy estás en la cama de un hospital y los médicos te dicen que tu caso es serio, mira hacia la fuente del Calvario y recupera las esperanzas.
Si tus negocios andan mal, mira a la fuente del Calvario y recuerda que si el ser humano solo tiene delante de sí el fracaso, aún queda la oportunidad de Dios. No importa cuáles sean las circunstancias que estés enfrentando, si sientes que faltan las fuerzas, que ya no tienes ánimo para intentar de nuevo, que la sed te está llevando a la muerte, clama como Sansón: «Me ayudaste tantas veces en el pasado, y hoy, ¿moriré de sed y caeré en las manos de mis enemigos?» (vers. 18).
Ten la seguridad de que Dios te mostrará la fuente del Calvario. Podrás beber, recuperar el aliento y revivir.
A veces Dios permite que lleguemos a un momento límite en la vida para llevarnos a confiar más en él que en nuestras fuerzas. Prueba con Jesús; él nunca falla.