Como cristianos, creemos que Jesús era completamente Dios y completamente
humano. Esta unión de lo divino y lo humano hace que su perspectiva
sea única en cuanto a lo que es importante en la tierra y lo que es importante
para la eternidad. El hecho de que no podamos comprender cómo fue posible
que Jesús tuviera una naturaleza divino-humana no anula esta verdad, así
como el hecho de que alguien no entienda aerodinámica tampoco puede impedir
que un avión vuele.
“Aquí hay dos misterios por el precio de uno: la pluralidad de personas
dentro de la unidad de Dios, y la unión de la Deidad y la humanidad en la persona
de Jesús […]. No existe nada en la ficción que sea tan fantástico como esta
verdad de la encarnación” (J. I. Packer, Knowing God [Conociendo a Dios], p. 53).
Una de las razones por las que Jesús vino a este mundo fue para mostrarnos
cuán amoroso y cariñoso es Dios, y cuánto nos cuida a cada uno. Lejos de
ser una deidad fría y lejana, como algunos creían, Jesús reveló el verdadero
carácter de nuestro Padre celestial.
Sin embargo, Satanás ha tratado de separar a los seres humanos de Dios.
Ha tratado de despersonalizarlo, representándolo como alguien que no se
preocupa por nosotros. Él hace todo lo posible, por todos los medios, para que
no lleguemos a conocer ni experimentar la realidad de la bondad y la gracia
de Dios. Un amor desmedido por las cosas materiales es una de las tácticas de
Satanás, para lograr este fin, que funciona bien.
Lee Mateo 19:16 al 22. ¿Qué nos dice esta historia sobre el modo en que Satanás puede usar nuestro amor por las cosas materiales para mantenernos alejados del Señor?
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Imagínate a Jesús mismo, Dios hecho carne, hablándole a este joven que,
obviamente, sabía que Jesús era alguien especial. Y sin embargo, ¿qué pasó?
Permitió que su gran riqueza, su amor por las cosas materiales, lo separaran
de la misma persona de Dios. El amor al mundo y a las cosas materiales lo
cegaron tanto que, aunque estaba triste, esa tristeza no fue suficiente para
impulsarlo a hacer lo correcto. No estaba triste porque perdería sus posesiones
(no las perdió). Se entristeció porque estaba perdiendo su alma por esas cosas.
Ya sea que seamos ricos o pobres, ¿de qué forma podemos asegurarnos de mantener una relación correcta con las cosas de este mundo?