«La ira es cruel, y el enojo destructivo, pero los celos son incontrolables» (Proverbios 27:4).
Al igual que sucedió en la historia de José y sus hermanos, los celos pueden llevarnos a hacer cosas realmente mezquinas. Además, a menudo, cuando estamos celosos, no somos capaces de ver que el origen de las cosas mezquinas que hacemos es nuestra envidia. Piensa en si hay alguien en tu vida hacia quien sientes cierto grado de celos. Mientras ese sentimiento de envidia persista, incluso aunque parezca estar enterrado bajo palabras amables y sonrisas, tu relación con esa persona no podrá ser lo que Dios espera que sea.
Afortunadamente, no hay ningún motivo para permitir que los celos te dominen. Declara la guerra a esos sentimientos tan negativos; libérate de ellos para tener las relaciones sanas y felices que Dios desea para ti. Estos son algunos trucos que puedes utilizar para ayudarte a superar los celos:
Elogia la vida de las personas de las cuales tienes envidia. Si sientes envidia del sentido del humor de una persona, dile lo divertido que es estar cerca de ella. Felicita al compañero o compañera que saca las mejores notas de tu clase. Con cada cumplido estarás ayudando a tu mente a sentirse más feliz por los demás. Esto no es hipocresía, pues les estás diciendo lo que realmente piensas («Se te ve siempre tan bien», «Eres un gran estudiante» o «Es muy divertido estar a tu lado»). Compartir cumplidos tan sinceros comenzará a derrumbar el muro silencioso que la envidia ha construido en tu corazón.
No te compares con los demás. Te hará sentir inferior o superior. La vida de cada persona es diferente y Dios bendice a todos, de manera que no trates de averiguar quién es «mejor».
Confía en que Dios te dará lo mejor para ti. El Señor trabaja en un plan a largo plazo, por lo que no pierde el tiempo preocupándose por lo terrenal. Su objetivo es salvarnos, y moldea las circunstancias de nuestra vida para intentar atraernos hacia él.
Ponlo en práctica: Elige una persona a la que puedas hacer hoy algún cumplido.
Ponlo en oración: Empieza el día con esta oración: «Padre celestial, confío en que me darás lo que necesito. Ayúdame a alegrarme por la vida de los demás y a no compararme con nadie. Por favor, perdóname por las veces que he sido desagradecido y envidioso».