«A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece» (Filipenses 4: 13).
Me temblaban las manos y el corazón me galopaba con fuerza mientras permanecía sentada en la primera banca de la iglesia esperando que el pastor me llamara. Tú también temblarías si tuvieras diez años y fueras a predicar el sermón entero. Bueno, en realidad no iba a predicar, iba a tocar el arpa durante treinta minutos. Iba a dar un sermón musical y todo el mundo en la iglesia estaría escuchándome solo a mí, así que estaba aterrada. Una cosa es una pieza o dos, pero todo un concierto. . . es otra cosa. Creía que no podría hacerlo. Incluso pensé ir al baño como una excusa para desaparecer y no regresar nunca más. Decidí vengarme de mis padres por haberme ofrecido «voluntaria». Estaba a punto de llorar cuando mi madre me dijo al oído: «A todo puedo hacerle frente gracias a Cristo que me fortalece». La miré, confundida y un poco enojada. «Es un versículo de la Biblia, una promesa que puedes reclamar cuando quieras y donde quieras —añadió—. Cuando sientas miedo simplemente dí estas palabras y cree en ellas».
Repetí estas palabras interiormente hasta que el pastor me llamó para tocar, y me las seguí repitiendo entre pieza y pieza. Me calmaron de un modo que nunca había experimentado antes. Aquella noche no di un concierto perfecto, pero sí aprendí una estrategia perfecta para calmar mis nervios: creer que todo lo puedo gracias a Cristo que me fortalece. Pablo escribió estas palabras desde la cárcel. Tal como les explicó a los creyentes filipenses, había aprendido el secreto para estar contento incluso en las peores circunstancias. El secreto es saber que Jesús te fortalece. Eso quiere decir que te dará fuerzas en tu noche más oscura, en tu encargo más difícil, en tus momentos de dolor.
Solos no somos lo suficientemente fuertes, pero con él, todo podemos lograrlo. Me he repetido este versículo miles y miles de veces a lo largo de los años, cuando tenía que hablar en público, cuando tenía exámenes finales, cuando atravesé depresiones, e incluso cuando di a luz. Se ha convertido en mi versículo favorito y lo repito siempre que necesito creer que Dios me da fuerzas. Tú también puedes utilizarlo en cualquier momento y en cualquier lugar, para cualquier circunstancia, hoy mismo, ahora mismo. Sea lo que sea que enfrentes, no olvides que Jesús puede darte fuerzas para superarlo.