«Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).
Los moretones de nuestras piernas nos delataban como las muchachas que se habían escapado de la residencia de estudiantes la noche anterior. Las únicas aberturas que había en las habitaciones de nuestra academia eran unas minúsculas ventanas en el techo, del tamaño de una caja de zapatos, diseñadas por alguien que quería asegurarse de que ningún ser humano escapara. Pues bien, fuera quien fuera, ¡no nos conocía! En el mejor de los casos, casi siempre nos tornaba cerca de media hora salir de allí, y hacerlo suponía un gran esfuerzo de equipo. Holiy me sujetaba las piernas y Sarah me ayudaba a estirar la piel de las piernas lo suficiente para avanzar poco a poco hasta que lograba salir.
Tengo que admitir que dolía. Incluso a veces nos quedábamos atrapadas, suspendidas a dos metros del suelo. Y debido a la manera en la cual deslizábamos nuestros cuerpos por aquel marco de metal, durante días estábamos llenas de moretones. No recuerdo por qué pensábamos que merecía la pena escaparse, salvo quizás por las Obras maestras que hacíamos con papel higiénico, Imagino que esa era nuestra mayor motivación para huir por las noches. Al final, apenas podíamos disfrutarlo, porque a cada minuto sentíamos que nos iban a descubrir. Ese mismo temor a ser descubierto fue lo que sintió Nicodemo cuando se escapó de noche a hurtadillas para encontrarse con Jesús, que no era Popular entre la gente de la cual Nicodemo solía rodearse.Nicodemo tenía una reputación que proteger, pero algo dentro de él quería encontrarse con Jesús.
Por eso se escapó de noche, Fue durante aquel encuentro que Jesús dijo las Palabras más famosas de la Biblia, En una frase resumió el mensaje de los Evangelios: Dios nos amó tanto que nos dio su tesoro más valioso, Jesús, Y si creemos en él, heredaremos la vida eterna, No parece justo. Es como demasiado bueno para ser verdad, ¿no te parece? Pero por eso son «buenas nuevas». No tenemos que escaparnos, vivir con miedo ni avergonzarnos por nuestros pecados nunca más, cuando elegimos a Jesús, podemos ir con la cabeza bien alta y confiados, sabiendo que estamos a salvo.