«Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan muchofruto y muestran así que son mis discípulos».Juan 15: 8, NVI.
LA UNIÓN ENTRE CRISTO Y SU PUEBLO ha de ser viva, verdadera e inalterable, asemejándose a la unión que existe entre el Padre y su Hijo. Esta unión es el fruto de la morada del Espíritu Santo en cada cual. Todos los verdaderos hijos de Dios revelarán al mundo su unión con Cristo y sus hermanos. Aquellos en cuyos corazones habita Cristo, llevarán el fruto del amor fraternal. Comprenderán que como miembros de la familia de Dios han sido elegidos para cultivar, fomentar y perpetuar el amor y el compañerismo cristianos, en espíritu, palabras y acción. Ser hijo de Dios, miembro de la familia real, significa mucho más de lo que la mayoría supone. Los que son considerados por Dios como sus hijos, revelarán amor cristiano los unos por los otros. Vivirán y actuarán con un propósito: representar apropiadamente a Cristo ante el mundo. Por su amor y unidad mostrarán al mundo que son portadores de las credenciales divinas. Por la grandeza de su amor y su abnegación, demostrarán a los que los rodean que son verdaderos seguidores del Salvador. «En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros» (Juan 13: 35, RVC). […lLa evidencia más poderosa que puede dar un ser humano de que ha nacido de nuevo y que es una nueva criatura en Cristo Jesús, es la manifestación de su amor
hacia sus hermanos, el hacer las obras de Cristo. Este es el testimonio más maravilloso que se puede aportar en favor del cristianismo, y que conducirá a las almas al evangelio. Cristo conduce a todos los creyentes a una completa unidad con él, a la misma Unidad que existe entre él y su Padre. Los verdaderos hijos de Dios se unen los unos a los Otros y con su Salvador. Son uno con Cristo en Dios.— General Conference Bulletin, 10 de julio de 1900.