«En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: «Paz sea a esta casa»» (Lucas 10: 5).
Lucas, el evangelista, presenta el relato de cuando Jesús envió a setenta discípulos a predicar el evangelio. Jesús les dio varias instrucciones para que tuvieran éxito en su labor misionera. En una de sus recomendaciones, les indicó que lo primero que debían hacer al entrar en una casa era decir: «Paz a esta casa».
Esta es una manera maravillosa de saludar al entrar en un hogar. Podemos notar varias cosas importantes en esta bendición para los hogares hoy.
Primero: Jesús sabe que los hogares necesitan paz. Es triste mirar las noticias y observar lo que está sucediendo en las familias hoy en día. Una violencia de todo tipo en los círculos familiares está destruyendo muchos hogares.
Segundo: Jesús sabe que puede haber paz en los hogares. Sin importar lo críticas que sean las circunstancias en el hogar, sus miembros no deber perder la esperanza de llegar a una solución feliz. A veces escuchamos que la gente dice: «Mi hogar es como un infierno». Jesús quiere decir a esos hogares que crean que es posible un cambio; se puede transformar un lugar en el que reina Satanás, y convertirlo en un hogar en el que Dios, supremo, y los ángeles, habitan,
Tercero, Jesús anhela que cada miembro de la familia y, en general, todos los niños, busquen la paz que solo él puede dar: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo» (Juan 14: 27, NVI). Elena G. de White explica cómo podemos recibir esta paz que Cristo ofrece: «Esta paz no es algo que él dé aparte de su persona. Está en Cristo, y no la podemos recibir sino recibiéndolo a él» (El ministerio de curación, cap. 18, p. 164). Jesús no quiere que esta paz llegue esporádicamente a tu vida, sino que la busques diariamente. Está a nuestro alcance, si tan solo la pedimos al comienzo de cada día.
Cuarto, la paz que Jesús trae a nuestra vida personal se notará en el tipo de relaciones que tengamos con otros; especialmente, con quienes forman parte de nuestra familia; padres, madres, esposos, esposas, hijos e hijas estarán llenos de la paz de Cristo.
Que la paz esté en esta casa.
Cristo anhela que este deseo se cumpla en cada vida, en cada hogar, cada día; si tan solo lo pedimos.