«He aquí, pues, el bien que he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar de los frutos de todo el trabajo con que uno se fatiga debajo del sol todos los días de la vida que Dios le ha dado, porque esa es su recompensa». Eclesiastés 5: 18
H AY UNA DIFERENCIA entre recreación y diversión. La recreación, cuando responde a su nombre, recreación, tiende a fortalecer y reparar. Apartándonos de nuestros afanes y ocupaciones comunes, provee refrigerio para la mente y el cuerpo, y de ese modo nos permite retomar con nuevo vigor las responsabilidades de la vida. Por otra parte, se busca la diversión para experimentar placer, y con frecuencia se la lleva al exceso, absorbe las energías requeridas para el trabajo útil y resulta de ese modo un obstáculo para el verdadero éxito en la vida. [ . . . I
No olvidemos jamás que Jesús es un manantial de gozo. No se deleita en la miseria de los seres humanos, sino en verlos felices. Los cristianos disponen de muchas fuentes de bienestar, y pueden decir con exactitud infalible qué placeres son lícitos y correctos, Pueden disfrutar de recreaciones que no disiparán el intelecto ni degradarán el alma. Tampoco desilusionarán ni dejarán una triste influencia ulterior que destruya el respeto propio o impida ser útil. Si pueden llevar a Jesús consigo y conservar un espíritu de oración, están perfectamente seguros.
No será peligrosa cualquier diversión a la cual puedan dedicarse y pedir con fe la bendición de Dios. Pero cualquier diversión que los descalifique para la oración privada, para la devoción ante el altar de la oración, o para tomar parte en la reunión de oración, no solo no es segura, sino peligrosa.
Pertenecemos a la clase de los que creen que es su privilegio glorificar a Dios en la tierra cada día de su vida. Creemos que no vivimos en este mundo solamente para divertirnos y agradarnos a nosotros mismos. Estamos aquí para beneficiar a la humanidad y a la sociedad; pero si permitimos que nuestra mente siga el camino que sigue la de muchos que buscan solamente la vanidad y la insensatez, ¿cómo podremos beneficiar a nu
estros semejantes y a nuestra generación? ¿Cómo podremos ser una bendición para la sociedad que nos rodea? NO podemos participar con inocencia en cualquier diversión que nos incapacitaría para el desempeño más fiel de nuestros deberes comunes.— El hogar cristiano, cap. 82, pp. 478-488.