«¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?» (Lucas 2: 49).
Click! Y así, tal cual, corté la llamada. Cuando colgué, mis padres, al otro lado de la línea, se pusieron furiosos. Era mi primer año de universidad y estábamos discutiendo acaloradamente nuestros «temas favoritos»: el dinero, quién había dicho qué y por qué no los llamaba con más frecuencia. Yo creía que debían estar encantados de oírme; podría haber llamado a otras personas un domingo por la noche, pero decidí llamarlos a ellos, así que tendrían que haberse alegrado en vez de hacerme sentir culpable por no llamar antes! ¿Quién quiere llamar a alguien para que le hagan sentirse mal? Harta de escucharlos, colgué el teléfono, dejándolos con la palabra en la boca para que aprendieran.Esperé a que me llamaran de nuevo, pero no volvieron a llamar. A la mañana siguiente tenía un correo electrónico de mi padre, titulado «Colgado al teléfono». En ese correo me explicó algo que no había considerado antes: la forma en la cual ellos veían las cosas. Me explicó con cariño que pensaban en mí a todas horas, preguntándose dónde estaría, qué estaría haciendo y si sería feliz y estaría bien. Mencionaba lo difícil que era pensar mucho en alguien y no tener manera de hablar con esa persona, porque no te llama. Yo nunca Io había visto de ese modo.
Es extraño pensar que Jesús pudiera tener malentendidos con sus padres, pero sucedió. Cuando tenía doce años, salieron de Jerusalén y viajaron todo un día sin darse cuenta de que no estaba con ellos. Volvieron a buscarlo y, cuando finalmente lo encontraron en el tempo él les dijo que deberían haber sabido dónde había estado todo el tiempo, Si incluso Jesús tuvo un malentendido con sus padres, es normal que también nosotros los tengamos. Eso significa que no todos los malentendidos son pecado. No siempre estamos en lo correcto; todos nos equivocamos o simplemente vemos las cosas de distinta manera.
Jesús no estaba pecando por estar en el templo, ni sus padres estaban pecando por no saber que estaba allí; solo veían las cosas de manera diferente. No sé si quieres mucho a tus padres o si te cuesta quererlos pero, cuando tengas un malentendido con ellos, recuerda que lo puedes hablar con Jesús, porque él también ha pasado por eso.