«Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Esta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie. Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas».Efesios 2: 8-10. RVC.
EXISTEN POSIBILIDADES DE SERVIR al Señor que ni se nos han pasado por la imaginación. Un cristiano es alguien semejante a Cristo, que es activo en el servicio de Dios, que se congrega para con su presencia animar también a otros. La religión no consiste en obras, pero es acción; no es algo pasivo. La religión pura de Jesús es una fuente de la cual fluyen corrientes de solidaridad, amor, servicio. Con el amor de Cristo en el corazón, los labios lo alabarán y magnificarán su nombre.
La persona que está llena del amor de Cristo alberga una gran energía. […] Los hijos e hijas de Dios han de mostrar su procedencia celestial. El hombre o mujer grande a la vista del cielo es el que en medio de las multitudes, de los afanes cotidianos y las crisis financieras, mantiene su alma pura, sin mancha de contaminación mundanal. Al confiar firmemente en Dios por medio de la oración y la fe, el creyente se mantendrá en una independencia moral, y a la vez actuará de forma bondadosa, tolerante y delicada. Resistirá las tentaciones que ofrece el medio ambiente, mantendrá la comunión con el Señor, y Dios lo capacitará para transmitir a otros, mediante sus relaciones sociales, las más exquisitas bendiciones que el cielo le haya concedido. […] En todos sus procedimientos se advertirá total equidad e imparcialidad, pero ahí no termina su deber; Dios requiere algo más. El Señor demanda que amemos a nuestros semejantes como Cristo los amó.—— Carta 7, 1883