«Destruirán los muros de Tiro, y derribarán sus torres. Hasta los escombros barreré de su lugar; ¡la dejaré como roca desnuda! […] Derribarán tus muros, demolerán tus suntuosos palacios, y arrojarán al mar tus piedras, vigas y escombros» (Ezequiel 26: 4-12, NVI).
Es escalofriante con qué precisión se cumplieron todos los detalles de la profecía de Ezequiel. La ciudad de Tiro era una antigua fortificación situada en la costa sur de lo que hoy es Líbano. Esta ciudad era única porque la zona antigua había sido construida sobre un montículo apartado del continente, por lo tanto era una isla prácticamente imposible de conquistar por tierra. La otra zona de la ciudad estaba en el continente y sus habitantes continuamente se movían de una zona a otra. Incluso antes de que se cumpliera esta profecía, la Biblia menciona a Tiro muchas veces. Es interesante que esta ciudad parecía impenetrable: cualquier ejército que quisiera sitiarla se vería confrontado primero por los habitantes del continente y después por las inmensas murallas de la isla. Además, era fácil introducir grandes cantidades de provisiones y de comida a la isla, por lo que no parecía posible que un invasor pudiera hacer que sus ciudadanos pasaran hambre. Pero entonces llegó Alejandro Magno, en el 332 a. C.
Como muchos habían hecho antes que él, incluido Nabucodonosor de Babilonia, Alejandro Magno sitió la ciudad de Tiro. Los habitantes del continente se refugiaron detrás de las murallas de la isla, pero eso no detuvo a Alejandro (no le llamaban Magno, es decir, el grande, porque sí), Alejandro Magno destruyó la parte continental de Tiro y dio la orden a sus hombres de que utilizaran todo lo que había quedado para construir un puente sobre el agua que les permitiera llegar a la isla. Les llevó varios meses construirlo, pero finalmente en la parte continental de Tiro no quedó nada: toda la madera, la piedra y los escombros se utilizaron para construir una calzada que permitió al ejército de Alejandro llegar a la isla. Poco después inició un ataque que la destruyó, Hasta el día de hoy se puede ver cumplida la profecía del versículo 5: «En medio del mar quedará como un lugar para poner las redes a secar», Docenas de pescadores tienden cada día sus redes a secar sobre las rocas que el ejército de Alejandro dejó intactas,
¿Por qué es importante para nosotros conocer esta historia? Pues porque si todo lo que se predijo en la Biblia se cumplió con tan increíble exactitud, tenemos razones para creer que el resto de las profecías y promesas bíblicas también se cumplirán con la misma exactitud.