Lee 2 Pedro 3:15 y 16. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de cómo la iglesia temprana veía los escritos de Pablo? ¿Qué nos enseña esto acerca de cómo funciona la inspiración?
Cuando Pablo escribió a los Gálatas, no estaba intentando producir una obra maestra literaria. Más bien, bajo la dirección del Espíritu Santo, Pablo estaba abordando situaciones específicas que tenían que ver con él y los creyentes en Galacia.
Las cartas como Gálatas jugaron un papel esencial en el ministerio apostólico de Pablo. Como misionero al mundo gentil, Pablo fundó una serie de iglesias desparramadas alrededor del Mediterráneo. Aunque visitó a estas iglesias cada vez que pudo, no podía quedarse por mucho tiempo en un solo lugar. A fin de compensar su ausencia, Pablo escribía cartas a las iglesias, a fin de proveerles dirección. Con el tiempo, se compartieron copias de las cartas de Pablo con otras iglesias (Col. 4:16). Aunque algunas de las cartas de Pablo no han sido conservadas, por lo menos trece libros del Nuevo Testamento llevan su nombre. Además, como lo muestran las palabras de Pedro arriba, en algún momento los escritos de Pablo comenzaron a considerarse parte de las Escrituras. Esto muestra cuánta autoridad llegó a tener su ministerio ya en los inicios de la historia de la iglesia.
En un momento, algunos cristianos creían que el formato de las cartas de Pablo era único; un formato especial creado por el Espíritu a fin de transmitir la Palabra inspirada de Dios. Este punto de vista cambió cuando dos jóvenes eruditos de Oxford, Bernard Grenfell y Arthur Hunt, descubrieron en Egipto unos quinientos mil fragmentos de papiro antiguo (documentos escritos en papiros, un material popular utilizado varios centenares de años antes y después de Cristo). Además de encontrar algunas de las copias más antiguas del Nuevo Testamento, encontraron facturas, comprobantes impositivos, recibos y cartas personales.
Para sorpresa de todos, el formato básico de las cartas de Pablo resultó ser común a todos los escritores de cartas en sus días. El formato incluía: (1) un saludo inicial que mencionaba el remitente y los destinatarios, y luego incluía una salutación; (2) una palabra de gratitud; (3) el cuerpo principal de la carta; y, por último, (4) una conclusión final. En síntesis, Pablo estaba siguiendo el formato básico de su época, hablando a sus contemporáneos por un medio y estilo con los que estaban familiarizados.
Si la Biblia se escribiera hoy, ¿qué clase de medio, formato y estilo piensas que utilizaría el Señor para alcanzarnos ahora?