«Los que se preparan para competir en un deporte, evitan todo lo que pueda hacerles daño. Y esto lo hacen por alcanzar como premio una corona que enseguida se marchita; en cambio, nosotros luchamos por recibir un premio que no se marchita». I Corintios 9: 25, DHH.
EN EL CÍRCULO FAMILIAR y en la iglesia debiéramos tener la temperancia cristiana como nuestra prioridad. Debiera ser un tema de permanente actualidad, que mejore los hábitos, las actitudes y los caracteres. La intemperancia constituye el fundamento del pecado en nuestro mundo.
Es necesario inculcar en los niños el valor para resistir el pecado. […] Los padres debieran ejercer gran cuidado con respecto a la alimentación que dan a sus hijos.
Muchos alcohólicos son el resultado de la intemperancia aprendida en el hogar.
Padres, proporcionen a sus niños una alimentación que fortalezca la mente y el cuerpo, y apártenlos de los platos excesivamente sazonados que podrían suscitar el deseo de consumir estimulantes más fuertes.
El tabaco y las bebidas alcohólicas tiene mucho que ver con el aumento de las enfermedades y los crímenes. El tabaco es un veneno lento, insidioso, pero muy maligno, y su uso está produciendo daños enormes.
No es necesario presentar argumentos para evidenciar los daños del consumo de bebidas intoxicantes.
Por todas partes encontramos gente enferma y embrutecida’ almas por las cuales Cristo murió y por las cuales lloran los ángeles. Constituyen una mancha en nuestra avanzada sociedad. Son la vergüenza, la maldición y el peligro de toda nación. Los que en la participaban en una carrera para ganar un premio, ya en la antigüedad comprendían la importancia de los hábitos de temperancia, y cuánto más debiéramos hacerlo nosotros, que estamos corriendo una carrera para obtener una corona celestial. Debiéramos hacer todo esfuerzo posible para vencer el mal.—— Manuscrito 29, 1886.