Incluso en medio de una densa teología, las cartas de Pedro colocan un fuerte énfasis en la vida cristiana y en cómo debiéramos tratarnos los unos a los otros. En otras palabras, si bien necesitamos conocer la verdad tal como es en Jesús, también necesitamos vivir la verdad. Cerca del inicio, nos encontramos con estas importantes palabras: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Ped. 1:22).
Nota cómo Pedro relaciona la purificación de nuestras almas con la obediencia a la verdad. La verdad nos cambia, haciéndonos personas que se aman mutuamente con fervor y “de corazón puro”. La obediencia, la pureza del corazón y el amor, tres cosas que están relacionadas entre sí. Este es el ideal al que deberíamos aspirar. ¿Puedes imaginar cuán diferentes serían nuestras vidas y nuestras iglesias si siguiéramos este consejo?
Piensa en lo que haría por la unidad de la iglesia, por ejemplo. “Hermanos, ¿llevaréis el espíritu de Cristo con vosotros al regresar a vuestros hogares y a vuestras iglesias? ¿Suprimiréis la incredulidad y la crítica? Estamos llegando a un tiempo cuando como nunca antes tendremos que unirnos y trabajar conjuntamente. En la unión está la fuerza. En la discordia y la desunión hay tan solo debilidad” (MS 2:429).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
En 2 Pedro 3:12, el apóstol escribió que deberíamos estar “esperando y apresurando la venida del día de Dios, en[a] el cual los cielos serán destruidos por fuego[b] y los elementos se fundirán con intenso calor” (BLA). ¿Qué quiere decir con que deberíamos “apresurar” el día de Dios? ¿De qué manera podemos apresurar el día de Dios, es decir, la segunda venida?
Decimos que la naturaleza es el “segundo libro” de Dios. Desafortunadamente, al igual que con el primer libro de Dios (la Biblia), este segundo libro puede ser malinterpretado también. Por ejemplo, para muchas personas el mensaje de diseño y propósito ha sido eliminado de la naturaleza, reemplazado por la noción darwiniana de mutación al azar y selección natural.
El mundo, se nos dice, en realidad no ha sido diseñado; más bien, solamente nos parece que es así. ¿Cómo, entonces, hemos de leer e interpretar este segundo libro de la manera correcta? ¿Cuáles son los límites de lo que el segundo libro puede enseñarnos acerca de Dios? ¿Qué ayuda podemos obtener del primer libro que puede ayudarnos a entender correctamente el segundo? ¿Qué sucede cuando nuestra interpretación de la naturaleza (el segundo libro), contradice nuestra interpretación de la Biblia (el primer libro)? ¿Dónde está el problema?