No andes con chismes entre tu gente, Levítico 19:16.
(Necesitarás plumas de ave dentro de una bolsa.)
Un hombre comenzó a hablar mal de su vecino, que era conocido por ser muy amable. Inventó cosas malas y divulgó por todo el pueblo muchos chismes y mentiras de él. Las personas que conocían al buen hombre, fueron rápido a decirle lo mal que hablaba su vecino de él.
Pasado el tiempo, la gente dejó de hablarle al vecino chismoso, porque se había metido en muchos problemas por andar diciendo chismes.
Arrepentido, fue a pedir perdón al hombre bueno.
—¿Qué puedo hacer para que me perdones?
—Puedes llevar esta bolsa llena de plumas (muestre la bolsa) y esparcirlas por las calles del pueblo.
El hombre hizo lo que el vecino le dijo. Cuando terminó, volvió con él.
—Ya hice lo que me pediste. ¿Vas a perdonarme?
—Bueno, te perdonaré cuando llenes nuevamente la bolsa con las mismas plumas que esparciste.
¡Imagínate! Qué difícil iba a ser para aquel hombre recoger las plumas.
Los chismes son como esas plumas. Se esparcen de persona en persona y causan mucho daño. Por eso, Jesús nos dice que cuidemos lo que hablamos. Es mejor hablar poco y que digamos solamente cosas buenas de los demás.
HABLA CON JESÚS:
Querido Jesús, ayúdame a cuidar lo que digo. Amén.