«Vayan a ver a mi siervo Job. Mi siervo Job orará por ustedes, y yo aceptaré su oración y no les haré ningún daño, aunque se lo merecen por no haber dicho la verdad acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job» (Job 42: 8).
Me pasé la tarde burlándome de él y no tenía intención de dejar de hacerlo. Mi amigo Sheldon y yo estábamos en el gimnasio, viendo un partido de baloncesto. Yo me burlé de él y lo avergoncé durante toda la primera mitad, y él no había dicho ni una palabra. De pronto vi que su mano se acercaba rápidamente a mi cara; me quedé petrificada. «¿Será capaz de pegarme?», me pregunté.
Una millonésima de segundo después oí ese ruido fuerte de la palma de una mano golpeando un balón. Yo no estaba mirando a los jugadores en aquel momento, así que no había visto que la pelota volaba directamente hacia mi cara. Me hubiera dado si no hubiera sido porque Sheldon la paró. Entonces pensé: «Yo burlándome de él y él me acaba de salvar».
Los tres amigos de Job, Elifaz, Bildad y Sofar tuvieron una experiencia similar.
Pasaron mucho tiempo criticando a Job, pero al final Job los salvó. Debido al concepto equivocado que los tres tenían de Dios, estaban seguros de que Job había pecado, o de lo contrario no le hubieran ocurrido tantas desgracias. Por eso lo acusaron, lo criticaron y le pidieron que admitiera sus pecados. Durante todo ese tiempo Job se defendió diciendo que era inocente y que siempre había sido fiel a Dios. Pero sus amigos insistían en que las cosas malas solo le pasan a la gente mala.
Al final Dios «habló a Job en medio de la tempestad» (Job 38: 1), y después de interrogarlo se volvió hacia sus tres amigos. Estaba enojado con ellos porque no habían hablado bien de él. Entonces Dios le pidió a Job que orara por ellos y él aceptaría su oración. Después de todo el dolor que ellos le habían causado en aquel momento ya de por sí doloroso para Job, él tiene que interceder por ellos. ¡Y lo hace!
Qué interesante que solo después de que Job ora por sus amigos, Dios comienza a restaurarle a su antigua posición.
Tal vez no te des cuenta, pero algunas de las personas a las que tratas mal, pueden ser las que oren por ti y te defiendan cuando lo necesites. Por eso ten cuidado a quién críticas, de quién te burlas o a quién das por sentado; nunca sabes a quién necesitarás cuando tengas problemas.