«Había un hombre llamado Jabes, quien fue más honorable que cualquiera de sus hermanos. […] Oró al Dios de Israel diciendo: «¡Ay, sí tú me bendijeras y extendieras mi territorio!» […] Dios le concedió lo que pidió» (1 Crónicas 4: 9-10).
Verdad que siempre queremos sentarnos en el asiento del conductor? Yo no podía esperar a que mis padres dejaran de llevarme a todas partes y me entregaran las llaves del auto. Cuando finalmente ese día llegó, sentí una sensación de libertad increíble. Podía ir donde quisiera; nada me detendría (bueno, hasta la primera multa por exceso de velocidad, pero eso no cuenta). La sensación de independencia que me dio en aquellos años de juventud fue increíble.
Jabes, al que la Biblia menciona en 1 Crónicas, probablemente se sintió como me sentí yo, aunque no dejó que se le subiera a la cabeza. Lo primero que leemos de su historia es que Jabes «fue más honorable que cualquiera de sus hermanos». Pero fíjate, Jabes oró a Dios para que le permitiera extender su territorio, y yo me pregunto: ¿Qué hay de honorable en querer tener más territorio? La respuesta está en los capítulos 4 y 5, donde se habla de que en aquella época las naciones expandían sus territorios invadiendo por medio de la guerra y la fuerza. Aunque Dios le había dicho a su pueblo que podían hacerlo así, en realidad no era lo quequería. Él quería que los israelitas le dejaran ir delante de ellos, guiando el camino y conduciéndolos para conquistar a las demás naciones. Pero los israelitas quisieron conducir ellos mismos, así que comenzaron a dominar a las otras naciones por medio de la fuerza. En vista de esto, tiene sentido que se diga de Jabes que era honorable, porque él le pidió a Dios que extendiera su territorio y no se lanzó a conquistarlo él mismo mediante el uso de la fuerza.
Jabes estaba dispuesto a dejar que Dios lo condujera, tal como Dios quería, en lugar de conducirse él mismo (aunque técnicamente le estaba permitido hacerlo a la fuerza, como loestaban haciendo sus hermanos). Por eso él fue el más honorable.
Hoy en día seguimos teniendo que tomar una decisión similar: ¿Dejaremos que Dioscontrole nuestra vida o llevaremos nosotros el timón? Dios nos ha dado libertad y nos permite manejar las cosas como queramos, si eso es lo que decidimos hacer. Pero su plan esmejor. Si cada día al levantarte le dices a Jesús: «Hoy quiero que dirijas mi vida, muéstramedónde debo ir, con quién debo hablar y qué debo hacer», entonces verás qué diferente será todo.