«Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas». Santiago 1: 2
HACÍA ALGUNOS MESES que Mayra olvidaba las cosas. su mente cedía, acelerada, hacia algún lugar donde ella se escondía. En ese extraño mundo, el olvido no tenía importancia; ni los recuerdos. Tampoco la alegría o la tristeza. Aquel universo estaba construido al vacío. Ella se movía, aparente_ mente insensible, por los rincones de su propio universo.
Pero la familia sufría. La tenían como referente. El esposo había fallecido varios años atrás, y ella era la matriarca. Verla en ese estado los dejaba como un día sin sol.
Fue en esas circunstancias cuando la hija mayor me buscó, con una pregunta:
«¿Por qué Dios no la hace descansar?». ¿Qué sentido tiene la vida, en ese estado? !Pruebas! Las encontramos todos los días. El versículo de hoy usa la expresión «diversas pruebas». El enemigo viene por todos los lados: es la pérdida del empleo; un divorcio doloroso; el descubrimiento de que el hijo está consumiendo drogas; la traición del mejor amigo; las injusticias del trabajo, en fin…
Pero Santiago en nuestro versículo de hoy dice que debes alegrarte cuando te veas atravesando el valle de las pruebas. ¿No es demasiado pedir? En el original griego, la palabra «pruebas», peirasmos,
literalmente significa estado de lucha mental en el que te ves inclinado a separarte de Dios.
Tal vez esto lo explique todo. Cuando el enemigo coloca pruebas en tu camino, su objetivo es separarte de Dios; hacerte creer que es el Señor quien te envía el dolor. Si en ese momento te vuelves en contra de Dios, el enemigo ha logrado su objetivo. Pero si en el instante de la prueba te vuelves hacia Dios, entonces puedes entender que el dolor puede constituir un instrumento de edificación.
Todo depende de la perspectiva de la realidad. El presente estado de cosas no es el fin; no juzgues las actitudes divinas cuando el trabajo aún no ha sido terminado. Si tu visión del mundo es materialista, las pruebas son motivo de tristeza. Si es espiritual, serán motivo de agradecimiento y de gozo. Es en el fuego donde el oro se refina. i Y tú eres oro!
Por eso hoy, a despecho de lo que puedas estar viviendo, levanta las manos al cielo y agradece. Después, sal confiado a enfrentar las dificultades de la vida. Porque, «hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas».