«Construyeron el altar bien firme, porque tenían miedo de la gente de la región, y cada mañana y cada tarde ofrecían sobre él holocaustos en honor del Señor» (Esdras 3: 3).
La luz alumbraba sobre el escritorio del oficial de la Gestapo. Llevaba todo el día interrogando a miembros de la resistencia holandesa y le quedaba un anciano: el patriarca de la familia Ten-Boom, a quien conocía personalmente. Le había sorprendido verlo allí porquet aunque se sospechaba que la familia Ten-Boom escondía a judíos en su casa, siempre habían sido muy cuidadosos y nadie había podido demostrarlo. Durante años los habían expiado pero ellos siempre habían escapado a la policía. Ahora, al mirar al anciano y agotado relojero, el oficial de la Gestapo dijo: «Me gustaría enviar!o de vuelta a su casa, viejo amigo, si usted me da su palabra de que no nos causará más voblemas». «Si me deja usted irme a mi casa —fue la respuesta del anciano— mañana abriré mis puertas de nuevo a todo el que acuda a mí». La mirada del oficial se cruzó con la del anciano, que no parecía en absoluto un hombre derrotado sino un hombre decidido a hacer lo correcto. Se notaba que había tomado aquella decisión tiempo atrás. La gente no es valiente de un momento para otro, sino que la valentía surge como consecuencia de las convicciones que mantenemos a lo largo del tiempo.
Los judíos que regresaron del exilio habían tenido setenta años para forjar sus convicciones. Cuando comenzaron a reconstruir el templo, a las naciones vecinas no les gustó. Se esperaban revueltas, pero los judíos se negaron a echarse atrás y continuaron con la reconstrucción. Primero reconstruyeron el altar principal en el patio de lo que había sido el templo de Salomón, Luego localizaron a los descendientes de los antiguos sacerdotes y los vistieron para la ceremonia. Llegaron más amenazas pero finalmente los judíos retornados se reunieron por miedo a cualquier rebelión; pero en lugar de ponerse a discutir sobre si debían o no ceder a la presión, terminaron el nuevo altar y por primera vez en setenta años adoraron a Dios en él. Llevaron a cabo las ceremonias que Dios había ordenado a Moisés. Su fortaleza y valentía fueron el resultado de saber que le habían dado la espalda a Dios y ahora estaban decididos a hacer las cosas bien.
Prepárate hoy para esos momentos de tu vida en que necesitarás ser valiente. No lo pospongas ni des por sentado que tomarás la decisión correcta. Las convicciones y el valor se cultivan en las épocas buenas, y los frutos se ven en los tiempos difíciles.