La mujer del pozo regresó a su aldea, les habló a otros de Jesús, y preguntó: «¿Será este el Mesías?». A pesar de que ella desconocía cada aspecto de su nueva fe en Jesús, «testificó» al contarles a otros lo que le había sucedido e hizo una pregunta que llamó la atención de las demás personas.
Ellos entonces vinieron y conocieron a Jesús personalmente.
A menudo pensamos que no estamos calificados para ser testigos de Jesús porque no tenemos suficientes conocimientos, o porque nuestra fe no siempre está en su mejor momento.
Siguiendo el ejemplo de la mujer del pozo, ¿qué dirías a los demás de tu propia experiencia con Jesús?