«Había en el país de Uz un hombre llamado Job. Era un hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal». Job 1: 1
LA ABNEGACIÓN, EL PRINCIPIO del reino de Dios, es odiada por Satanás, que niega hasta su misma existencia. Desde el inicio del gran conflicto él se ha esforzado por demostrar que los principios de acción de Dios son egoístas, y trata del mismo modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los que llevan su nombre es refutar las denuncias de Satanás.
Casi al principio de la historia de este mundo se registra la vida de uno que fue objeto de este conflicto.
Satanás pronunció una despectiva acusación contra este hombre: « ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de tu protección, a él y a su casa y a todo lo que tiene?» (vers. 9, 10).
De Job, el patriarca de Uz, el testimonio del Escudriñador de corazones fue: «No hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1: 8).
El Señor dijo a Satanás: «Todo lo que tiene está en tu mano». «El está en tus manos; pero guarda su vida» (Job 1: 12; 2: 6).
Habiendo obtenido el permiso, Satanás despojó a Job de todo lo que tenía: ganados, rebaños, siervos, siervas, hijos e hijas, e «hirió a Job con una llaga maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza» (Job 2• 7). […]
«Cuando me haya probado —dijo—, saldré como el oro» (Job 23: 10, BA). Así ocurrió. L •
Luego se añadió otro ingrediente amargo a su copa. Sus amigos, que consideraban la adversidad como una retribución del pecado, afligieron con sus acusaciones su espíritu herido y abrumado. ..
Job fue tratado en conformidad con su fe. «Me probará», dijo, «y saldré como oro»
(Job 23: IO). Y así fue. Por medio de su paciente resistencia vindicó su propio carácter Y a la vez el carácter de Aquel de quien Job era representante. Y «quitó Jehová la aflicción de Job , y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job I Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero (Job 42: 10-12).— La educación, cap. 16, pp. 137-139.