«Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David »Cuando oigan hoy su voz no endurezcan el corazón». Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir. Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios. Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal contó Dios descansó del suyo después de crear el mundo». Hebreos 4: 7-10, JVTV
ESTAMOS DISPUESTOS a aprender mansedumbre y humildad de corazón en la escuela de Cristo, es seguro que alcanzaremos paz y reposo. Hay que luchar denodadamente para abandonar nuestra propia voluntad y nuestros propios caminos. Pero una vez aprendida esa lección, encontraremos pacífico sosiego. Hemos de superar nuestro orgullo, el egoísmo y la ambición. Es preciso que seamos impregnados de la voluntad de Cristo. Toda nuestra vida ha de llegar a ser un permanente sacrificio de amor; todo acto, en una manifestación de amor; y toda palabra, en una expresión de ese amor. De la misma manera que la savia de la vid circula a través de los tallos y racimos, alcanzando desde la raíz hasta la última hoja, la gracia y el amor de Cristo deben colmarnos e inflamarnos, hasta ocupar todo nuestro ser, y así determinar toda nuestra actividad física e intelectual.-— Carta 14, 1887.
Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios. Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal conto Dios descansó del suyo después de crear el mundo». Hebreos 4: 7-10, JVTV
Al ser colaboradores con Cristo en la gran obra por la cual dio su vida, encontraremos verdadero descanso, Siendo aun pecadores, él dio su vida por nosotros. Desea que acudamos a él y aprendamos de él. Así encontraremos descanso. El dice que nos lo dará: «Aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso» (Matt 11: 29, DHH). Al hacerlo descubriremos en nuestra propia experiencia el reposo que Cristo da, el cual resulta de aceptar su yugo y llevar sus cargase General Conference Bulletin, 4 de abril de 1901.