El hecho que el Espíritu Santo pueda ser contristado nos dice que Dios no es indiferente hacia nosotros, y hacia lo que decidimos y hacemos.
Lee Efesios 4:25 al 5:2. ¿Qué se nos indica aquí que hagamos, y cuán diferente sería nuestra vida si siguiéramos estos mandatos bíblicos? En términos positivos: deleitamos al Espíritu Santo cuando hablamos la verdad en amor; cuando nos enojamos contra el pecado, pero no pecamos en nuestro enojo; cuando trabajamos con nuestras manos y utilizamos el producto de nuestra labor para hacer el bien a los necesitados; cuando hablamos de un modo edificante e impartimos gracia a quienes nos oyen; y cuando somos amables, tiernos de corazón y perdonadores.
Si afirmamos ser cristianos, pero vivimos como si Cristo nunca hubiese venido, y nuestra vida no es afectada por su dirección y su amor, entonces contristamos al Espíritu Santo.
Cuando confesamos que creemos en la Verdad, pero el modo en que actuamos y nos comportamos contradice esa confesión, contristamos al Espíritu. Nuestros esfuerzos misioneros no deben estar divorciados de nuestro comportamiento ético. Si vivimos de tal manera que los demás se dan cuenta de que verdaderamente somos hijos de Dios y reflejamos a Jesús, traemos gozo al
corazón de Dios.
Lee Efesios 4:3, 4, 15, 16 y 32. ¿Qué revelan estos textos acerca de los aspectos de la vida en comunión con otros cuando vivimos en el Espíritu?
¿De qué manera una vida llena del Espíritu se ve reflejada en la comunión con otros creyentes?
Es interesante que en Efesios 4 también haya aspectos de comunidad distintivos. La idea de unidad es mencionada varias veces.
Pablo está preocupado porque mantengamos la unidad del Espíritu debido a que vivimos la vida de Dios en el contexto de “unos con otros” (vers. 32). La manera en la que nos relacionamos los unos con los otros en la iglesia, “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (vers. 3), es una parte crucial de no contristar al Espíritu. El modo en que nos tratamos unos a otros en la iglesia, que es el templo del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16, 17; 2 Cor. 6:16), es de importancia vital para el Espíritu de Dios.
Es bueno conocer la verdad y el mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14:6-12); pero, pregúntate lo siguiente: ¿Cómo tratas a los demás, especialmente a aquellos que están bajo tu autoridad o aquellos que no pueden hacer nada por ti?
Es decir, aquellos que no tienen nada para ofrecerte a cambio de tu buen trato.