«Cuando hayan comido y estén satisfechos, y vivan en las buenas casas que hayan construido, y vean que sus vacas y ovejas han aumentado, lo mismo que su oro y su plata y todas sus propiedades, no se llenen de orgullo ni se olviden del Señor su Dios, que los sacó de Egipto, donde eran esclavos» (Deuteronomio 8:12-14).
Cuando mi esposo y yo acabábamos de casarnos, éramos tan felices como cabría esperar, pero también éramos muy pobres. No teníamos dinero ni para comida. Sin embargo, en lugar de vestir con viejos harapos y asistir a comedores sociales, decidí llamar a mi mamá y pedirle algo de dinero.
Siendo la persona generosa que es, gustosamente nos envió un cheque por una suma considerable. ¡Estábamos muy emocionados! Aquel dinero nos duró semanas. Pasó tanto tiempo en nuestros bolsillos que olvidamos que era suyo. Comenzó a parecer que era nuestro. Varios días después, mi madre me llamó. Estaba preocupada. Me preguntó si había recibido el cheque o si se había perdido.
En ese instante me di cuenta de mi error: ni siquiera la había llamado para darle las gracias. Estaba tan emocionada de tener dinero que me había olvidado de dónde provenía.
Cuando los israelitas se dirigían a la tierra prometida, Dios les advirtió que, muy probablemente, iban a hacer lo mismo que hice yo con mi mamá.
Dios sabía que estaban a punto de comenzar una vida de lujo y abundancia, libre de preocupaciones, y esto los ponía en peligro de olvidarlo.
Es gracioso que Dios nos conozca tan bien. Sabe perfectamente que, cuando nos va bien en la vida, nos olvidamos de él. Y no solo nos olvidamos de él, también vamos más allá: nos enorgullecemos de nuestro éxito en la vida. Las bendiciones recibidas comienzan a parecemos como me pareció a mí el dinero de mi madre: como si fueran nuestras y no como lo que son, un regalo de otro.
Si tu vida va bien, comprueba que no te estés dando a ti mismo el mérito por los logros obtenidos y te estés olvidando completamente de Dios. ¿Lo buscas solo cuando las cosas te van mal? ¿Hablas con él solo cuando necesitas algo? Intenta mantener tu relación con Dios también cuando las cosas van bien. Toma un instante durante el día de hoy para reconocer que todas tus bendiciones provienen de Dios.