«El Señor está cerca de los que lo invocan, de los que lo invocan con sinceridad». Salmo 145: 18, DHH
DIOS SE SIENTE COMPLACIDO cuando mantenemos nuestra mirada fija en el Sol de justicia. Cuando nos hallamos en dificultades y oprimidos por la ansiedad, el Señor está a nuestro lado, y nos insta a que depositemos toda nuestra confianza en él, pues él nos protege.
El Señor se acerca a todos sus hijos en su aflicción; es su refugio en los momentos de peligro. Nos ofrece su gozo y su consuelo cuando nos sentimos abatidos. ¿Nos apartaremos del Redentor, la fuente de agua viva, para cavarnos «cisternas rotas que no retienen agua» (Jere 2: 13)? Cuando aceche el peligro, ¿buscaremos la ayuda de los que son tan débiles como nosotros, o acudiremos al que es poderoso para salvar? Sus brazos están ampliamente abiertos y nos hace esta invitación llena de gracia: «Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar» (Mateo ll: 28,
No es la manifestación de su gracia, su imponente majestad, y su poder sin parangón, lo que nos dejará sin excusa si le rehusamos nuestro amor y obediencia. Es el amor, la compasión, la paciencia, la benignidad que el Señor ha manifestado lo que testificará en contra de aquellos que no pusieron voluntariamente la vida a su servicio. Los que se convierten a Dios de corazón, mente y espíritu, encontrarán en él apacible seguridad.
Dios conoce exactamente lo que necesitamos y lo que podemos soportar, y nos proporcionará gracia para soportar toda prueba que nos sobrevenga. Mi constante plegaria es que nos acerquemos más al Señor.-— Manuscrito 20, 1892.