Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; estos son sus frutos». Números 13: 27
EN VERDAD LLEGARON? !Mentira! Después de esta declaración «optimista», todavía necesitaron cuarenta años para llegar a la Tierra Prometida. El mensaje de hoy es un Mensaje de advertencia en contra del optimismo exagerado. «Casi» no es «ya». Jamás celebres por adelantado un triunfo que aún no has obtenido. Trabaja hasta el último Minuto; lucha incansablemente. Nunca consideres vencido al enemigo, porque no existe enemigo vencido; cuando menos lo esperes, tendrás que enfrentar nuevas batallas. Es la lucha de todos los días.
La declaración de hoy fue pronunciada por los espías que Moisés envió para inspeccionar la tierra antes de entrar y conquistarla. Ellos debían haber regresado radiantes de alegría y rebosantes de gratitud a Dios, porque al fin estaban a punto de ver un sueño realizado. En cambio, traían una mezcla de sentimientos muy humanos. El optimismo exagerado por un lado, el deslumbramiento por las riquezas que habían visto; realmente era tierra que fluía leche y miel. Por el otro lado, el sentimiento era de un pesimismo atemorizante: «No podremos derrotarlos porque ellos son más fuertes que nosotros».
¿Te das cuenta de cómo, cuando el ser humano se aleja de Dios, sus sentimientos son como un péndulo, que oscila de un lado al otro? Pierdes el equilibrio; te entusiasmas y te desanimas con facilidad. Inicias un negocio pensando en volverte millonario, y a los dos meses piensas que cometiste el error más grande; te desanimas, no eres constante, no avanzas.
Ningún triunfo es el producto de la casualidad. La corona no es el fruto de un golpe de suerte. Es necesario persistir, continuar, aunque te dé la impresión de que estás perdiendo el tiempo.
La incredulidad de Israel lo llevó a vagar, errante por el desierto, durante casi cuatro décadas, hasta que toda aquella generación fue consumida por el calor de las inhóspitas arenas. Ellos jamás entraron en la Tierra Prometida, pero nos dejaron el legado de su ejemplo; mal ejemplo. Pero la vida es así: aprendemos de las cosas buenas y de las cosas malas; imitamos lo bueno y evitamos lo malo.
Haz de este día un día de lucha y de trabajo. Aquella victoria que te parece ya casi en la mano todavía no ha llegado. No te vistas de gala antes de tiempo; sigue luchando y confiando en Dios hasta el último minuto. Todavía no digas, como Israel: «Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la cual ciertamente fluye leche y miel; estos son sus frutos».