Y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas. Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la iglesia a los principados y potestades en los cielos. (Efe. 3:9-10)
¿Por qué se permitió que la gran controversia continuase a través de los siglos? ¿Por qué no se suprimió la existencia de Satanás al comienzo mismo de su rebelión? Para que el universo se convenciese de la justicia de Dios en su trato con el mal; para que el pecado recibiese condenación eterna. En el plan de salvación hay alturas y profundidades que la eternidad misma nunca puede agotar, maravillas que los ángeles desearían penetrar con la mirada. De todos los seres creados, sólo los redimidos han conocido por experiencia el conflicto real con el pecado; han trabajado con Cristo, y, cosa que ni los ángeles podrían hacer, han participado de sus sufrimientos… Y él «nos levantó juntamente con él, y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales;…para que, en los siglos venideros, hiciese manifiesta la soberana riqueza de su gracia, en su bondad para con nosotros en Jesucristo». (Ed:297-298) Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y contemplen en el brillo de su rostro la gloria eterna del Padre; cuando contemplen su trono que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo… Se ve que la misericordia, la compasión y el amor paternal se unen a la santidad, la justicia y el poder. Al contemplar la majestad de su trono, tan grande y elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones misericordiosas y comprendemos, como nunca antes lo comprendimos, el significado de tan atractivo apelativo: «Padre nuestro. . . .» El resultado de la lucha del Salvador contra los poderes de las tinieblas es la dicha de los redimidos, la cual contribuye a la gloria de Dios por toda la eternidad. (CS:710) (380)