Mientras Job luchaba por entender la calamidad que le sobrevino, pensaba en su vida pasada y cuán buena le había sido, y el modo en que la había vivido. Hablando sobre sus días anteriores, Job dijo que en este tiempo “lavaba mis pasos con leche” (Job 29:6), o “ante mí corrían ríos de crema” (NVI). Por ejemplo, Job habla del tiempo en que “Dios me cuidaba” (Job 29:2, NVI). La palabra hebrea para “guardaba” o “cuidaba” viene de una palabra común usada en todo el Antiguo Testamento para hablar acerca del cuidado de Dios por su pueblo (ver Sal. 91:11; Núm. 6:24). Es claro que Job tenía una buena vida. Además, lo importante era que él sabía que había tenido una buena vida. Lee Job 29:8 al 17. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre cómo veían los demás a Job, y de qué manera trataba él a los que estaban luchando?
Aquí podemos ver cómo respetaban a Job. La frase “en la plaza hacía preparar mi asiento” (Job 29:7) da la idea de algún tipo de gobierno local del cual, obviamente, Job formaba parte. Esos asientos generalmente se daban a los miembros más respetados y mayores de la sociedad, y entre ellos Job era altamente estimado. Pero, podemos ver que aun los miembros “más bajos” del nivel social lo amaban y respetaban. Los pobres, los ciegos, las viudas, los huérfanos, los inválidos: Job ayudaba y consolaba a los que no habían sido bendecidos como él lo había sido. “Dios ha descrito en su Palabra a un hombre próspero, cuya vida fue un éxito en el sentido más verdadero, hombre al cual el Cielo y la Tierra se complacían en honrar” (Ed 142). Veremos que versículos como estos y otros nos muestran por qué Job había sido una persona de mucho éxito en todos los aspectos, a la vista de los hombres y de Dios. Es fácil ser bondadoso y respetuoso con los ricos, los poderosos y los famosos. Pero ¿de qué manera tratas a los que no tienen nada para ofrecerte? Reavivados por su Palabra: Hoy, Est. 10 – Durante esta semana, PP caps. 54, 55.