Respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.Entonces le soltó a Barrabás. Mateo 27:25, 26.
Aunque el rostro de Jesus estaba manchado de sangre que chorreaba de su frente,nunca lució más hermoso que en ese momento cuando se paró al lado de Barrabás. Algunos en la multitud lloraron, cuando notaron cuán paciente y bondadoso se veía Jesús. «Aun los sacerdotes y príncipes estaban convencidos de que era todo lo que aseveraba ser” (El Deseado de todos las gentes, p. 684),
Pilato también sintió simpatía por Jesús. Esperaba que la vista del contraste entre los dos hombres pudiera causar un cambio en la mentalidad de los judíos. Pero los sacerdotes y los gobernantes incitaron a la muchedumbre a gritar: “!Crucifícalo! ¡Crucificalo!”
Esto sorprendió a Pilato. El pensamiento de que quizá Jesús fuera algún ser divino había cruzado por su mente; y ahora regresaba más enfáticamente. Regresando al salón del juicio, habló con Jesús en privado.
Cuando regresó a enfrentar a la gente. Pilato intentó, de nuevo liberar a Jesús, pero la muchedumbre enloqueció de agitación. “Cualquiera que se haga a si mismo rey habla contra el César», vociferaban.
Esto tocó a Pilato en su punto más débil. Él mismo ya estaba bajo sospecha por el Gobierno romano, por ser un gobernador pobre. Un informe malo más y perdería su trabajo.
Pilato se sentó en el asiento del juicio y señaló a Jesús, «¡He aquí vuestro Rey! (Juan 19:14). «No tenemos más rey que César”, clamaron (vers. 15). .
Para lograr matar a Cristo, los gobernantes judíos pretendían tener consideración por César, el emperador romano. Cuando Pílato lavó sus manos ante ellos, dando a entender su inocencia por la sangre de Jesús, desafiantemente Caifás gritó: «Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27:25). Con un rugido, las otras voces repitieron sus horrendas palabras.
Habían hecho su elección: “¡Este hombre no, sino Barrabas!», dijeron. Barrabás, un mentiroso, rebelde y asesino, representaba a Satanás. Ahora Satanás era lider del pueblo, en lugar de Dios.
“Iban a hacer sus obras. Tendrian que soportar su gobierno. El pueblo que eligió a Barrabás en lugar de Cristo iba a sentir la crueldad de Barrabás mientras durase el tiempo» (ibíd. p. 688).