Sé fiel […], y yo te daré la corona de la vida (Apocalipsis 2:10).
A Dan le encantaba el béisbol. Le encantaba jugarlo, verlo, hablar de él y soñar con él. Su gorra de béisbol favorita tenía el símbolo de los Yankees en la parte delantera, y la llevaba a todas partes. Es decir, a todas partes, excepto a la iglesia.
-¿Por qué no puedo ponérmela para ir a la iglesia? -se quejó-. No me digas que Dios odia los gorros o algo así.
-Es una señal de respeto que te quites la gorra de béisbol dentro de la iglesia -le dijo su mamá-. Además, a tu cuero cabelludo le haría bien recibir un poco de aire fresco.
Dan frunció el ceño y se quitó la gorra de la cabeza.
-¡Qué regla inútil! -murmuró mientras subía al auto.
Mientras caminaban hacia la puerta de la iglesia, el papá llevó a Dan a un costado.
-¿Recuerdas cuando fuimos al partido de los Yankees el verano pasado? -le preguntó.
-Por supuesto -dijo Dan.
-¿Recuerdas cuando nos paramos para cantar el himno nacional?
-Sí.
-¿Qué hiciste con tu gorra? -Dan hizo una pausa.
-Me la quité -admitió.
-¿Por qué?
Ahora Dan entendió hacia dónde iba la conversación.
-Para mostrar respeto -dijo.
-Bueno, nosotros estamos aquí para saludar a un Poder que es mucho mayor que un Gobierno -dijo el padre- ¿No crees que lo menos que puedes hacer es mostrar el mismo respeto?
¿Y AHORA? ¿De qué otras formas mostramos respeto cuando vamos a la iglesia?
SPLASH: Una gorra de 38 litros,* en realidad, contiene solo un poco menos de tres litros.
* Nota del traductor: En algunos países, las gorras y los sombreros se miden de acuerdo al volumen de líquido que podrían contener.