DIOS VERSUS EL MUNDO
Unas horas antes de ser capturado, Cristo les dijo a sus discípulos que el mundo los odiaba porque él los había elegido «de entre el mundo» (Juan 15:19). Cuando Cristo mencionó al mundo, se refería a la sociedad y la gente. Él sabía de los desafíos que sus discípulos enfrentarían en su ausencia mientras esparcieran el evangelio. Para nutrir su fe en él, les recordó lo siguiente: «¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?» (Mateo 16:26). Luego de aceptar a Cristo, una persona se enfoca más en asuntos celestiales que en mundanales. Es mejor tener enemigos en el mundo, pero permanecer bajo el amor de Dios que tener millones de amigos y no tener Dios. Pero esto no significa que no deberíamos tener amigos. Dios quiere que socialicemos con otros y compartamos su amor. La amistad con personas fuera de nuestra fe es monitoreada por lo que creemos y por elegir seguir la Palabra de Dios cuando otros la rechazan. Así, podemos ser amistosos con no creyentes de manera amante, sin acoger sus creencias. El mundo tiene muchas cosas buenas que ofrecer, y Dios nos ayuda a elegir entre lo que es bueno y lo que es malo. Para muchas personas, tomar la decisión de seguir a Cristo es difícil. Por un lado, la Biblia nos anima a ser la sal de la Tierra y la luz del mundo (Mateo 5:13-16). Eso significa que debemos representar a Cristo ante otros. «Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo» (Mateo 5:16). Igualmente, llamar a personas al arrepentimiento tiene sus desafíos, y debemos estar listos para enfrentarlos. Los apóstoles tuvieron su cuota de aflicciones cuando plantaban iglesias luego de la ascensión de Cristo. Es más, la Biblia dice que así como Cristo fue perseguido, nosotros también podemos esperar ser perseguidos. Muchas almas realmente necesitan conocer las buenas nuevas. Quizás estén enfermas, demasiado ancianas para caminar, o empobrecidas financieramente. Nuestra lección esta semana nos ha enseñado a representar a Cristo en nuestra parte del mundo. Para hacerlo, enfoquémonos en el cielo.
BIBLIA EN MANO Lee Filipenses 2:13 al 15. ¿Qué se nos dice aquí, y de qué forma podemos extendernos a otros sin apartarnos nosotros mismos de Dios?