El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, a mí recibe. (Mar. 9:37)
Nuestros hogares deberían ser refugio para los jóvenes que sufren tentación. Muchos hay que se encuentran en la encrucijada de los caminos. Toda influencia, toda impresión determina la elección del rumbo de su suerte en esta vida y la por venir. (MC:332) No os mantengáis alejados de ellos; al contrario, acercaos a ellos. Llevadlos junto al fuego de vuestro hogar; invitadlos a participar del altar de la familia. Hay una obra que hacer por miles de ellos. Todos los árboles del jardín satánico ostentan fruto tentador y ponzoñoso. Y se ha pronunciado un ay sobre todos los que cojan la fruta y la coman. (RH, 10-11-1885)
El mal los solicita. Sus lugares de reunión son brillantes y seductores, y no falta la bienvenida para ninguno. En torno nuestro hay jóvenes sin familia cuyos hogares no tienen para ellos poder protector ni ennoblecedor, y los pobres se ven arrastrados al mal. Se encaminan hacia la ruina a vista de nuestras puertas. Estos jóvenes necesitan que se les tienda una mano simpática. Una buena palabra dicha con sencillez, una pequeña atención para con ellos, barrerá las nubes de la tentación que se amontonan sobre sus almas. La verdadera expresión de la simpatía hija del cielo
tiene poder para abrir la puerta del corazón que necesita de la fragancia de palabras cristianas, y del delicado contacto del espíritu del amor de Cristo. Si quisiéramos dar prueba de algún interés por la juventud, invitarla a nuestras casas, y rodearla de influencias alentadoras y provechosas, muchos habría que de buena gana dirigirían sus pasos camino arriba. (MC:332-333)
Tened presente, sin embargo, que la felicidad no la encontraréis en retraeros de los demás satis- faciéndoos con prodigaron todo el cariño de que sois capaces. Aprovechad cada oportunidad que se os presente para contribuir a labrar la felicidad de los que os rodean…El gozo verdadero sólo se encuentra en el desprendimiento. (MC:340)