Si quisiereis y oyereis comeréis el bien de la tierra. (Isa. 1:19)
Al exigir que se obedezcan las leyes de su reino, Dios da salud y felicidad, paz y gozo a su pueblo. (CPT:454)
El principio del amor y la obediencia filial está estrechamente relacionado con el gran principio del amor y la lealtad a Dios, Padre de todos. Los que desprecien la autoridad paterna pronto despreciarán la autoridad de Dios. (PP:345)
Los niños pueden comprender a una edad muy temprana lo que se les explica con sencillez y claridad. Mediante una disciplina bondadosa y sensata se les puede enseñar a obedecer…La madre no debe permitir que su niño la aventaje en ningún momento. Y a fin de conservar esta autoridad no es necesario tomar severas medidas; una mano firme y serena y los modales bondadosos que convenzan al niño de que se lo ama, lograrán ese propósito. (Pacific Health Journal, 04-1890)
Cuando los niños aman a su madre y confían en ella y le obedecen, han aprendido las primeras lecciones para llegar a ser cristianos. Deben obedecer y amar a Jesús y confiar en él, tal como obedecen y aman a sus padres, y confían en ellos. (Pacific Health Journal, 09-1890)
La obediencia inmediata y continua a las normas sabias de los padres fomentará la felicidad de los niños mismos, tal como la honra de Dios y el bien de la sociedad. Los niños deben aprender que el sometimiento a las leyes de la casa significa verdadera libertad. Los cristianos aprenderán la misma lección: en la obediencia a la ley de Dios hallarán la perfecta libertad. (RH, 30-08-1881)
Los niños serán mucho más felices si están sometidos a una disciplina conveniente, que si se les permite hacer lo que les indican sus impulsos irrefrenados. (MS 49, 1901)