Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos (Salmo 31: 14, 15).
Emanuel Córdoba, rápidamente encontró su lugar con el resto del grupo. Aunque le gustaba estar en el campamento juvenil, Emanuel era muy tímido y no estaba acostumbrado a estar lejos de casa. —Muy bien, Bisontes, vamos a reunirnos alrededor de la fogata —los animó el señor Barrios. El consejero se sentó a un lado de la fogata mientras los niños se sentaban en el otro, mirándose unos a otros a través de las llamas. —En el fondo de un pozo profundo y obscuro —comenzó el señor Barrios—, José se estremeció preguntándose si volvería a ver a su padre.
Mientras escuchaba la historia de José, Emanuel pensó que él sabía por lo que José habla pasado. También él era nostálgico. ¡Oh! ¡Cómo echaba de menos a su Familia! Al final de la historia, el señor Barrios preguntó: —Bueno, muchachos, cuando José fue vendido como esclavo y enviado lejos a Egipto, probablemente extrañaba mucho su hogar. ¿Qué piensan que hizo? —EI oró —respondieron varios chicos. —Es cierto —dijo el señor Barrios—, él le habló a Dios. ¿Por qué no hacemos lo mismo esta noche? Los jóvenes inclinaron sus cabezas y el señor Barrios oró: -Padre Celestial, gracias porque podemos estar aquí en este campamento. Te damos gracias por tu protección. Señor, algunos de nosotros extrañamos un poco nuestro hogar esta noche. Pedimos que tú estés con nosotros, como estabas con José en Egipto, y te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Esa noche, Emanuel realmente pudo conectarse con el culto de adoración. Sintió que la oración estaba destinada solo para él.
¿Y AHORA? La Próxima vez que te sientas solo, recuerda que Dios está contigo. ¿Por qué David dijo que sus sus tiempos estaban en las manos de Dios?
SPLASH De las siete maravillas del mundo, solamente una permanece; la gran pirámide de Gizeh. Esta se compone de aproximadamente 2 500 000 piedras. Cada piedra pesa entre dos y ochenta toneladas.