Hablando del egoísmo de Acab, Elena G. de White dice: «Esta característica dominante de Acab, que influyó tan de-
sastrosamente enla suerte del reino bajo sus sucesores, quedó recalcada por un incidente que se produjo mientras Elias era todavia profeta en Israel. Junto al palacio del rey había un viñedo que peitenacía a Nabot, de Jezreel. Acab se había propuesto obtener ese viñedo; y quiso comprarlo, o permutarlo por otra para
cela de tierra» (Profetas y reyes, cap. 16, pp. 135,136).
Tan intenso fue el deseo de Acab por esta viña, que cuando no se cumplió, se enfermo.
¿Qué nos enseña esto? ¿Qué podemos hacer para estar tan llenos de Cristo, que no quede ningún vestigio de egoísmo? ¿De qué otras maneras puede causar un gran daño el egoísmo?