Hace millones de años, corría una suave corriente de agua por este lugar que experimentó una tremenda crecida e inundación —explicó el guar- daparques—. Las aguas, embravecidas, desbordaron las orillas y corrieron por la tie- rra. El torrente de agua arrastró animales vivos y muertos río abajo a toda velocidad, hasta llegar al lugar donde estamos parados ahora. David codeó a su hermano mayor en las costillas. —¿Le decimos lo que realmente pasó? Pablo sacudió su cabeza y susurro: —Podríamos, pero no nos creará, —Pero la historia del guardaparques no tiene tanto sentido como lo que la Biblia nos dice acerca del diluvio y de que todos murieron —respondió David, susurrando. Después de la charla, los jóvenes caminaron hacia la pared de huesos de di- nosaurios sepultados. Los huesos fosilizados se apilaban más arriba que la altura de sus cabezas, sobresaliendo por todos los rincones. Algunos huesos eran más largos que la altura de los jóvenes. —Este único hueso fue parte de la pata de un dinosaurio desconocido —leyó David-. Guau agregó ¡lo que sea que haya sido fue enorme! —Ojalá que hayan dinosaurios en el cielo —dijo Pablo, deslizando su dedo a lo largo del hueso gigante. Realmente me gustaría saber como eran. —A mi también me gustaria verlos —se hizo eco David—. ¡Serían increíbles! Pero si los hay, espero que yo crezca mucho más que ellos —sonrió ante la idea, mien- tras continuaban explorando la antigua pila de huesos.
SPLASH El peso del Dreadnoughtus schrani equivale a 12 ele- fantes, y fue hallado en el sur del continente sudame- ricano (Rep. Argentina) por paleontólogos locales y de los Estados Unidos. Se recuperó más del 70% de sus huesos fosilizados.