Si confesarnos nuestros pecados, él es fiel yjusto para perdonar nuestros pecados, y limpian-nos de toda maldad. (1 Juan 1:9).
Laura llegó a su nueva escuela enojada, y se molestó rápidamente cuando vio que
sus compañeros de clase la contrariaban. Andrés era el que más la molestaba. Al
principio, no lo hacía intencionalmente, pero al poco tiempo comenzó a entrete-
nerse provocando a Laura.
¡Pfuuu! Sentado en la parte trasera de la sala de clase, Andrés lanzó un poco de
saliva en el cuello de Laura.
—¡He! -gritó ella—. No hagas eso.
Laura estaba de muy mal humor, y Andrés no la dejaba en paz. La siguiente
vez que él la molestó, ella le gritó en clase, diciéndole cosas crueles acerca de su
familia.
-No sabes lo que estás diciendo —le gritó él, en respuesta.
El maestro hizo que los dos dejaran de discutir, pero la pelea no había termi—
nado. Durante el recreo tuvieron que quedarse con su maestro, mientras que sus
amigos disfrutaban de su descanso.
Durante quince minutos ambos estuvieron sentados, enojados y en silencio.
Finalmente, Laura comenzó a llorar.
—Lo siento, realmente fui muy cruel. ¿Me perdonas? Prometo que no voy a
actuar así otra vez —dijo.
Andrés, sorprendido, se disculpó sinceramente con Laura.
Andrés y Laura cumplieron su promesa: dejaron de discutir. Cuando Laura se
quedaba sin papel, Andrés rápidamente le daba algunas hojas de las suyas. Si el
lápiz de Andrés se rompía, Laura estaba pronta a prestarle uno de los suyos. La
vida se volvió mucho más feliz.
SPLASH En un estudio, unas ratas que mantuvieron en la luz y en la oscuridad por periodos de doce horas durante un lapso prolongado, mostraron signos de depresión y an- siedad. Con solo recibir dos horas de luz, las actitudes de las ratas mejoraron dramáticamente.