El pelo gris asomaba por debajo de la gorra rojo oscuro de la anciana, quien se
apoyaba en el carrito de compras, empujándolo lentamente hacia el interior de
la tienda. Muy cerca, detrás, la seguía un hombre barbudo, con sus brazos fornidos
cubiertos de tatuajes y una billetera atada a su cinturón con una cadena. Sus ojos
estaban fijos en la mujer.
La señora Escobar observaba a ambos a la distancia. Y se preguntaba: «¿inten-
tará hacerle daño… o robarle?” Entonces, mientras ella los seguía hasta la sección
de frutas y verduras, oyó al hombre que decía:
-¿Cuál quieres? ¿Este tipo de zanahorias o las más pequeñas, mamá?
El punto de vista de la señora Escobar sobre el hombre cambió al instante.
observó con admiración cómo pacientemente siguió a su madre alrededor de
que tenían, las frutas y las verduras, ayudándola a elegir bien.
Las apariencias seguramente pueden engañar, pensó la señora Escobar mien-
tras continuaba con sus compras.
Al día siguiente, la señora Escobar compartió la historia con sus estudiantes. Al
principio, pensaron que era una buena idea que la maestra vigilara a la anciana,
protegiéndola. Pero se sorprendieron al escuchar que el hombre de aspecto pe-
ligroso era su amable hijo.
A la tarde, ese mismo día, Chris preguntó tímidamente a la señora Escobar:
—¿Usted sabe quién era ese hombre?
La señora Escobar sacudió la cabeza.
-Creo que podria haber sido mi padre —dijo Chris-. Yo, en realidad, creo que
no lo conozco, pero se parece a la forma en que usted lo ha descrito. Realmente
me gustaría conocerlo.
SPLASH En los primeras años de 1900. Robert Ripley se convir tió en el hombre que más había viajado en el mundo, visitando 207 países en su búsqueda de lo extraño. Hoy en día, aún se pueden ver algunos de sus hallazgos en los museos Ripley.