Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Juan 8:32, NVI.
Acababa de regresar de la primera reunión de la campaña evangelística en la tranquila ciudad de Capela do Alto, Sao Paulo, Brasil, Al llegar a casa comencé a leer el libro que me habían dado. “El Conflicto de los Siglos” me había llamado la atención antes, pero ahora, al leerlo, perdí la noción del tiempo y me sumergí en la verdad que estaba descubriendo. En 24 horas leí el libro completo, y mi vida cambió.
Todavía recuerdo el gozo y la satisfacción que sentí al descubrir cada verdad. Cada descubrimiento me liberó un poco más de las confusiones en mi vida. Mi niñez no había sido sencilla, y se complicó aún más con la muerte de mi madre (mi padre no había vivido con nosotros durante muchos años). Mi corazón estaba lleno de dolor y soledad. No podía evitar preguntarme: “¿Dónde está mi madre?” La imaginaba sufriendo en el purgatorio, y no podría vivir en paz.
Cuando leí “El Conflicto de los Siglos” aprendí, entre otras verdades, que los muertos simplemente duermen en la tumba. Este libro contestó mis preocupaciones. Ahora era libre; libre gracias a un libro que recibí en una campaña evangelística.
Le han sucedido experiencias similares a miles de personas en todo el mundo. La lectura de las publicaciones adventistas les ha revelado la verdad y han encontrado un nuevo sentido para sus vidas. Es por eso que el colportaje es tan importante. Llega a lugares y personas que quizá no tendrían otra oportunidad. Es increíble el poder que puede tener un solo libro en la vida de una persona. La historia de la iglesia Adventista demuestra que el colportaje ayudó a esparcir el mensaje de la iglesia naciente, cuando los colportores fueron a diferentes continentes y usaron la página impresa para «plantar» el evangelio.
El colportaje es igual de importante hoy en día. Las publicaciones suelen alcanzar no solo a quienes conocemos, sino también a sus familias, amigos y a todos los que entren en contacto con ellos.
Nuestra misión es distribuir la mayor cantidad de libros posible en los hogares, sin discriminar viviendas, personas ni rangos sociales. Si cumplimos nuestra tarea fielmente, podremos ver muchos milagros como resultado.
Ricardo dos Santos Ferreira, Brasil.
Tomado de: Matinal para Colportores 2015 «Encuentros con la gracia de Dios» Compilado por Howard Faigao