«Herodes entonces, cuando se vio barriada por los Sabios, se enojó mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo indicado por los sabios». (Mateo 2: 16)
Los relatos hacen aparecer ahora al siniestro personaje de Herodes, con sus galas y boato reales, quien va a representar la fuerza, el poder, la astucia, la ambición, la crueldad, la perfidia y el engaño. Es el mentís más significativo del Niño Jesús en su humillación, la mayor contradicción del renunciamiento que es la principal evidencia de los relatos de la Natividad. Herodes es el malo del psicodrama, quien finalmente pierde y la sagrada familia salva la vida, por eso es el burlador burlado.
La noticia de la llegada de los sabios y de su extraña historia recorrió toda Jerusalén creando expectación y temor en las gentes. Cuando llegó al palacio de Herodes, este quedó perturbado porque creyó que el Rey de los judíos por el que preguntaban los extranjeros podía ser un rival. Innumerables crímenes habían marcado el camino de su ascensión al trono y, como era idumeo, sabía que era odiado por el pueblo y que este nuevo príncipe, siendo judío, tenía un derecho superior al suyo para ocupar su lugar. Por eso fraguó un ardid para matar al niño. Trato cortésmente a los forasteros, les mostró un falso interés en adorar al infante, les indicó la ciudad adonde debían dirigirse y les pidió que volvieran a verlo antes de regresar a su tierra para confirmar la existencia del bebé. Pero los sabios nunca volvieron. Informados por un ángel de los designios criminales de Herodes, regresaron a sus países por otro camino. Herodes se sintió burlado y, enfurecido, decretó la muerte de todos los niños menores de dos años de Belén y aledaños. Flavio Josefo cita el infanticidio sin indicar la causa, dando verosimilitud a esta cruel historia.
En la historia del pueblo de Dios de todos los tiempos, muchos fueron los que pagaron con su vida la perfidia, el odio, la crueldad y el engaño de los poderes públicos. Hubo decretos de exterminio, encarcelaciones, patíbulos y hogueras donde murieron fieles hijos de Dios, pero aquella sangre vertida fue semilla abundante de nuevos conversos. Los burladores fueron finalmente burlados y, en la perspectiva de la eternidad, prevaleció la causa de Dios y la divina providencia.
Pero hay un Dios en los cielos… que protegió a José, María y el Niño Jesús. De la misma manera, no permitirá que sus hijos sean destruidos por los impíos.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”
Por: Carlos Puyol Buil