Medita en el siguiente pasaje de Patriarcas y profetas, página 509:
«El plan trazado por Moisés para reunir los medios necesarios para construir el tabernáculo tuvo muchísimo éxito. No fue necesario instar a nadie. Ni empleó tampoco uno solo de los ardides a los cuales las iglesias recurren tan a menudo hoy. No ofreció un grandioso festín.
No convidó al pueblo a participar en escenas de alegría animada, bailes y diversiones generales; ni tampoco estableció loterías, ni cosa alguna de este orden profano, para obtener medios con que erigir el tabernáculo de Dios. El Señor indico a Moisés que invitara a los hijos de Israel a traer sus ofrendas.
Él había de aceptar los donativos de cuantos los ofrecieran voluntariamente, de todo corazón. Y las ofrendas llegaron en tan enorme abundancia que Moisés mandó al pueblo que no trajera más, pues ya había suplido más delo que se podía usar».
¿Alguna vez has visto una recaudación de fondos sensacionalista en la iglesia? ¿Por qué crees que Elena G. de White desanima este método en el financiamiento de la obra de Dios? ¿Le importa a Dios que los fondos sean dados de mala gana? ¿Por qué sí, o por qué no?